El tercer mes de embarazo, Federica descubre que el bebé que está esperando no tiene su ADN. Acude a la clínica donde se realizó el tratamiento de fecundación in vitro y allí reconocen haber cometido un error, intercambiando su embrión con el de otra pareja. La clínica identifica a la mujer a quien le implantaron su embrión, pero esta ha tenido un aborto. Federica decide continuar con su embarazo y quedarse con el bebé, pero los padres biológicos emprenderán una batalla para recuperarlo.