Sara Montoya va cada día a buscar a su hermano menor al gimnasio. Un buen día decide entrar en el ring y probar a ponerse los guantes. Desde entonces tiene una vida dedicada al deporte, un deporte eminentemente masculino, en el que debe luchar, además de con el rival, con su familia, con la socieda y consigo misma. Mujer, gitana y boxeadora, son cualidades que la llenan de orgullo pero que no han facilitado su vida.