En 1936, el vetusto convento de Calatrava era la sede de la casa de estudios mayores, el noviciado y la escuela apostólica de humanidades de los dominicos. Durante el curso escolar residían allí unas cien personas, que quedaban reducidas a la mitad durante las vacaciones estivales. Sólo ellas se vieron afectadas por los dolorosos y trágicos acontecimientos que se derivaron del estallido de la Guerra Civil 1936-1939). En el nerviosismo expectante de los primeros días, la cosa no pasó de molestas visitas e inspecciones. Pero cuando los religiosos presenciaron el incendio de la cercana parroquia de la Madre de Dios, ya no les cupo duda de la tormenta que se cernía sobre ellos.