La joven Florita no quiere depender de un hombre que la mantenga y se pone a trabajar en un ministerio. Pronto demuestra que es más eficiente que la mayoría del personal masculino de la oficina. El hecho no deja a nadie indiferente y provoca infinidad de reacciones que van de la envidia a la admiración. Los cimientos de la sociedad machista comienzan a resquebrajarse bajo los pies de una dama decidida. Todo ello en una época de inestabilidad política en la que los cambios de gobierno son constantes y afectan a los trabajadores públicos.