Noviembre de 1970. Varios restos humanos aparecen en un torrente de Sant Miquel de Balansat, un pequeño pueblo rural en el norte de Ibiza. El sargento Prats, jefe de la Guardia Civil española en el área, y el cabo Ramírez, su nuevo asistente, llegan al lugar donde han aparecido los cuerpos. Prats no se sorprende particularmente con el descubrimiento y revela al recién llegado Ramírez que el descubrimiento de fragmentos humanos se repite año tras año desde hace dos décadas.