Francia, siglo XVI. Una época de superstición y oscurantismo. En la vieja Europa, el todopoderoso brazo de la Inquisición intenta ahogar los brotes de brujería que proliferan impulsados por la incultura, la miseria, la peste y el hambre. Tres magistrados de París, el juez Bernard de Fossey, el escribano Nicolás Rodier y su ayudante Pierre Burgot, llegan a la región de Peyriac decididos a castigar ejemplarmente a cualquier persona, hombre, mujer o niño, que haya pactado con el demonio o se sienta inclinado a servirle. El temor ante los castigos anunciados invade a las gentes, las denuncias comienzan a sucederse y muchos de los habitantes de la ciudad sufren tortura y mueren en la hoguera. Hay que limpiar la zona de brujas y hechiceros y Bernard de Fossey actúa fría y eficazmente para lograrlo. Catherine, hija del alcalde de la ciudad en cuya casa habitan los inquisidores, despierta el deseo carnal en el temido juez, al que se entrega impulsada por un espíritu de venganza.