Berta vive sola en su apartamento su crisis de los cuarenta años. Se siente vacía por un desengaño amoroso, y se aferra a la rutina y en la repetición de cotidiano como tabla de salvación. En la rutina no hay sorpresas, todo está controlado y las cosas siempre suceden igual. Pero un día, volviendo del trabajo, sentirá un flechazo y se enamorará a primera vista.