Un melodrama desaforado y una de las primeras películas de Juan de Orduña, con Alfredo Mayo, Pastora Peña y Antoñita Colomé como protagonistas. Un juez gallego, destinado provisionalmente en Sevilla, descubre un misterioso caso de suicidio acaecido en el pasado. El magistrado se obsesiona hasta tal punto que decide reabrirlo, descuidando su vida profesional y personal.